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Diplomacia Drogada

Los cárteles de droga están utilizando al Estado mexicano como marioneta para influir en los objetivos de la política exterior estadounidense, para crearse condiciones favorables.

Por: Mark Grime |Traducido por: Jaime Allende

Diplomacia Drogada

FOTO EMILIANO SPADA

La situación en México: "La Plata O El Plomo" Aunque la pelea contra los cárteles de drogas ha sido parte de la historia política mexicana por décadas, ha habido un aumento en la violencia relacionada con las drogas en los últimos años. Esto se ha vuelto más evidente desde la elección democrática del Presidente Felipe Calderón en enero de 2006. En febrero de 2009, las muertes relacionadas con la guerra contra el narcotráfico alcanzaron los 6 mil 600; de estos, aproximadamente 5 mil eran civiles inocentes, más que el total de bajas estadounidense en cinco años en Iraq.

 

Los cárteles del narcotráfico aparentemente están socavando al Estado: infiltrándose en los gobiernos locales y estatales, reclutando oficiales de la policía y funcionarios judiciales corruptos, amenazando y matando a periodistas independientes. Aquellos con cargos públicos suelen enfrentarse con el pacto Faustiano: "la plata o el plomo"- el dinero o la muerte.

 

¿Es culpable la democratización? Desde 1945, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha negociado acuerdos con los cárteles de drogas: una relación patrón-cliente en el que funcionarios y civiles eran protegidos de la violencia que estos ocasionan a cambio de que miembros de alto nivel de las organizaciones criminales fueran impunes al enjuiciamiento. Este pacto definía las reglas del juego para los traficantes. Aunque el nivel de corrupción institucional era alto, aún así permitía estabilidad política.

 

Entrando al siglo XXI, la "dictadura perfecta" del PRI se desintegró, mientras el Partido Acción Nacional acumulaba apoyo para su plataforma de reforma, patrocinando el liberalismo económico, el crecimiento y la transparencia. Shannon O'Neil –experta en la relación Estados Unidos-Mexico–, explica: "La competencia electoral anuló los acuerdos no escritos, requiriendo que los narcotraficantes volvieran a negociar con la nueva clase política y fomentado que traficantes rivales apuesten por las oportunidades del nuevo mercado." El fin del sistema de partido hegemónico de México -impulsado por demandas estadounidenses para fortalecer las instituciones democráticas y una economía de mercado- ha llevado a una nueva ola de democratización.

 

Uno puede esperar que este proceso democrático resulte en una guerra entre el gobierno y los cárteles de drogas. Por el contrario, una guerra civil ha surgido entre los cárteles, los cuales se han infiltrado tanto en el Gobierno que el término "corrupción" ha perdido todo su poder descriptivo.

 

Aquellos con cargos públicos suelen enfrentarse con el pacto Faustiano: "la plata o el plomo" el dinero o la muerte.

 

La subversión de la política En 2008, los Estados Unidos lanzaron la iniciativa Mérida, concesionando $1.4 billones en ayuda militar y policial al gobierno mexicano para combatir a los cárteles de droga. Indudablemente, estos fondos asistirán a las mismas instituciones en las que los cárteles se han infiltrado. Por lo tanto, la 'ayuda' estadounidense en la guerra contra el narcotráfico está directamente y continuamente alimentando a los cárteles de droga, quienes desvían los fondos de las arcas gubernamentales al impulso de las campañas de violencia.

 

Además, la agenda de los Estados Unidos para promover la democratización al sur de la frontera esta exacerbando la violencia. Como se mencionó, el renacimiento de la democracia en México a forzado una renegociación de los anteriores acuerdos tácitos entre los cárteles y el Estado. Por consiguiente, el continuo aislamiento y apoyo de Estados Unidos para la democracia de Calderón probablemente impulse aún más la violencia del narcotráfico, mientras que el apoyo de Estados Unidos permite a los cárteles mantener el control de sus respectivos territorios.

 

El Resultado

 

Los cárteles de droga mejoran su situación al utilizar al Estado mexicano como marioneta para influir en los objetivos de la política exterior estadounidense. De este modo, los cárteles pueden apalancar su posición con el Gobierno para exigir más capital de los Estados Unidos en la Iniciativa Mérida y, por lo tanto, continuar con sus campañas violentas para asegurar el dominio y proteger su lucrativo oficio.

 

Aunque las iniciativas políticas de Estados Unidos son bienintencionadas, el alto nivel de corrupción institucionalizada dentro del Estado mexicano ha permitido que la subversión se apoye en la violencia extrema, y ésta, aunada a las actuales condiciones de opresión, han conducido a una mayor desestabilización del Estado.

 

Sin embargo, la guerra mexicana contra el narcotráfico no es un juego "suma-cero" entre el Estado y los cárteles. Por el contrario, los cárteles han sido capaces de manipular las políticas en su propio beneficio para elevar su influencia dentro del gobierno de México e influenciar las políticas exteriores estadounidenses hacia México. La victoria en la guerra contra el narcotráfico en México dependerá de la habilidad del Estado para consolidar aún más la democracia y erradicar la corrupción de sus instituciones. Hasta entonces, los cárteles de la droga seguirán manteniendo una poderosa posición dentro de las políticas regionales de desarrollo. En tanto que la re-infiltración en el aparato estatal es necesaria para asegurar su lucrativo oficio, los cárteles seguirán alterando la política estadounidense a través de la instigación de la anarquía.

 


 

 

 

 

Derechos Reservados © El Globalista México, 2010