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Reforma política, merecido regalo del Bicentenario

Cada cien años le damos a nuestro país un regalo como festejo del inicio de la lucha de independencia. La independencia concretada en el 21 consiguió el surgimiento de una nueva nación que hoy orgullosamente llamamos México. Ante el Bicentenario de nuestra Independencia, ¿Qué estamos haciendo por los festejos? ¿Qué le estamos dando a nuestro país como obsequio? ¿Dónde están las grandes y majestuosas obras?

Por: César Israel Damián

200 años despues

FOTO ESTEFANIA ACUNA

Hace cien años, durante el Centenario, el Presidente Porfirio Díaz inauguró grandes obras como nuestro famoso testigo de grandes sucesos, el Ángel de la Independencia, y el Teatro Juarez. Aparejada a los monumentos, se dio también "una protesta de tono eminentemente político frente al régimen porfiriano", como diría Eduardo Blanquel, que desembocó en el inicio de la Revolución Mexicana. Esta revolución intentó otorgar a nuestro país un regalo más valioso que los hechos materiales: Una reforma estructural para el buen funcionamiento del país. En ese momento tuvimos un festejo y una revolución que fracasó en el intento de cambiar la estructura nacional.

 

Ahora vemos el país plagado del 20-10, puentes, circuitos y edificaciones relacionados al Bicentenario pero que en nada abonan al bienestar nacional. Le estamos dando a nuestro país un nuevo edificio para el Senado de la República, carreteras y otros bienes físicos con los que se pretende hacer alarde del trabajo político en torno a nuestro festejo, pero que como regalo material no trascienden para el avance auténtico de la nación. También, tal como sucedió hace cien años, hoy se intenta aparejar un cambio estructural a los presentes materiales, sólo que ya no actuamos bajo las armas, sino desde el dialogo y las propuestas. Es así que se presenta la Reforma Política del Estado como un regalo estructural para México.

 

El merecido regalo no viene en forma de carretera, puente ni edificio; llega como una propuesta de reestructuración política que busca establecer las bases de un desarrollo nacional satisfactorio, que permita posicionarnos en el plano internacional como uno de los protagonistas. Dicha propuesta, llamada "Reforma Política del Estado", fue presentada ante el Congreso el 15 de diciembre de 2009 por el actual Presidente Felipe Calderón.

 

Esta propuesta pretende tener como eje de acción a la Sociedad Civil. La idea es fortalecer a dicho sector para que actúe como un actor político efectivo, que pueda proponer y generar movilidad en ciertos mecanismos nacionales.

 

Uno de sus elementos es la reelección de ciertos servidores públicos. Esto le brindaría fortaleza a la sociedad, pues permitiría que ésta estuviera encargada de premiar o castigar a dichos servidores dependiendo de su desempeño inmediato anterior. Ya tenemos el derecho a elegir a quienes nos representan pero carecemos de una herramienta que sirva para exigir buenos resultados.

 

Durante muchos años han pasado infinidad de servidores públicos que tras una mala administración de su cargo pasan a otros puestos políticos sin rendir cuentas a nadie. La reelección, al brindar un medio de exigencia a la sociedad, ayudaría a eliminar esta historia.

 

Al ser la sociedad la que en teoría le brinda el poder al gobierno, ella es la única que puede ponerle los altos necesarios. Contar con el derecho a reelegir a los representantes que cumplan con su deber es un estímulo para ellos mismos y un control para los electores, logrando así un camino más claro hacia decisiones basadas en el interés colectivo. Esto no es la solución a todos nuestros problemas, pero sí un avance claro.

 

Dentro de la iniciativa hay, además de la reelección, otros elementos como las candidaturas independientes y nuevas facultades para la Suprema Corte. En conjunto, estas propuestas conforman el más grande de los regalos para nuestro México, porque con ellas se logrará un cambio en la estructura nacional que promete brindar nuevos y mejores resultados en la acción gubernamental. Estas propuestas ayudarán a consolidar una sociedad moderna que participe en la elección y evaluación de sus representantes. Si se modernizan las instituciones, se ayuda a crear una mayor gobernabilidad y se promueve la participación del ciudadano.

 

Es importante mencionar que a la propuesta del presidente Calderón se le han unido muchas otras originadas en distintos grupos de la sociedad. El Partido Revolucionario Institucional presentó su propia iniciativa, que en gran medida se asemeja a la presentada por el Ejecutivo pero con diferencias específicas como en el número de representantes en el Congreso de la Unión. También el Partido de la Revolución Democrática –en conjunto con otros partidos- presentó una iniciativa que parte de la misma base pero que contiene ciertas diferencias, como la idea de un mayor reconocimiento de las minorías. Esto último debe ser sujeto a un debate más intenso debido a los posibles riesgos que trae para la estabilidad social el darle mayor fuerza a las minorías en detrimento de las mayorías.

 

A lo largo del tiempo hemos podido ver los problemas que tenemos como sociedad y como país, pero pocas han sido las propuestas y las acciones concretas para solucionarlos. Países desarrollados viven en democracias donde existe la reelección, la segunda vuelta en elecciones y se fortalece la relación entre gobernante y gobernado. Se habla mucho de la nula rendición de cuentas, del "Estado fallido", de los muchos problemas de nuestro entorno; sin embargo es momento de actuar y dar un paso hacia la solución. Dejemos de contemplar los problemas que ya conocemos para empezar a crear las soluciones posibles y llevarlas a la práctica.

 

La estructura nacional ha perdurado durante más de cien años casi sin reformas o cambios. ¿Cómo esperamos obtener un resultado diferente si seguimos haciendo las cosas de la misma forma? Un resultado distinto requiere un proceso distinto. Fortalezcamos la relación entre gobernante y gobernado y brindemos mayor importancia a la participación ciudadana y a la rendición de cuentas. Paso a paso se logran los grandes sucesos, y esta reforma es un paso más para lograr una mejor distribución del ingreso, la eliminación de la corrupción y la consolidación de la participación de todos en las decisiones políticas. Estos cambios estructurales son necesarios si queremos que México tenga seguridad, empleo, igualdad de oportunidades y una clara relación entre representantes y representados. Lento pero sin pausas, esta reforma política es el merecido regalo para un país que cumple ya doscientos años de vida independiente.

 


 

 

 

 

 

Derechos Reservados © El Globalista México, 2010